Los momentos bisagra que pueden ayudar a los hijos a integrar la separación de los padres. Quizá uno de los momentos más duros para un padre/madre separado/a es aquel en que su hijo o hija está pasando un buen rato con él/ella y de repente le dice que echa de menos al otro. A veces es en el curso de momentos muy concretos (la hora de ir a dormir, la comida…) a veces durante el transcurso de todo un tramo horario (una actividad lúdica, estando malito…).
Los padres pueden sentirse en estos momentos culpables o celosos incluso del otro progenitor, pero es importante que lean estas expresiones como lo que son: una prueba de que su hijo se siente libre de decirle que echa de menos al otro sin miedo a que se enfade ni se ofenda por ello y una oportunidad de oro para demostrarle apoyo emocional y reforzar la idea en el niño de familia cohesionada a pesar de tener y vivir en dos hogares distintos. Hay otra cosa muy positiva en estas situaciones: cuando un hijo está muy bien con un progenitor y muestra signos de echar de menos al otro, demuestra que tiene un adecuado vínculo con los dos, lo cual es un motivo de tranquilidad para el padre/madre, que puede recordar, en esos momentos, lo beneficioso que es para su hijo tener un adecuado apego con los dos progenitores.
Culturalmente tenemos un estilo emocional que tiende a desviar la atención de los sentimientos que nos resultan molestos hacia otras cosas, con la seguridad de que eso nos va a hacer sentir mejor. Así, si el niño dice a un progenitor que echa de menos al otro, es muy probable que reciba respuestas de tipo instrumental o resolutivo, “bueno, mira, no pasa nada, ahora lo que vamos a hacer es bajar al parque, que están tus amiguitos y te lo vas a pasar pipa”, “bueno, tranquilo, mira, ahora vamos a dormir que es muy tarde, y mañana vamos a casa de los primos”, o “ahora nos vamos tú y yo a tomarnos un helado…”. Y, en efecto, lo que podemos observar externamente es que poco después el niño está jugando con sus amiguitos o comiéndose un helado y riéndose, o durmiendo… y el progenitor respira aliviado porque “ya se le ha pasado la morriña”. Pero esa respuesta no suele cubrir la demanda emocional de empatía y apoyo que el hijo está necesitando en ese momento y que por su edad y nivel evolutivo no tiene capacidad para gestionar, y aunque parezca que al niño se le ha olvidado, lo que suele ocurrir es que, más que “olvidar”, consiguen apartar y reprimir sus emociones, de modo que estas, pueden acumularse interiormente junto a otras sensaciones no resueltas creando malestar emocional. “Mi hijo dice que echa de menos al otro progenitor” ¿Y cómo actuar para aprovechar la oportunidad que estas situaciones representan? Esos delicados momentos dan una valiosa oportunidad al padre/madre para validar y acoger los sentimientos del niño proporcionándole seguridad y apoyo emocional, reforzando a la vez la estructura familiar Por ejemplo, imaginemos que el niño ha pasado un día genial con uno de sus progenitores y a la hora de ir a dormir de dice que echa de menos al otro. Veamos una forma de dirigir la conversación:
Hijo-hija: “Yo quiero estar con (mamá, papá)”
Mamá, papá: “Es normal cariño, quieres mucho a (mamá, papá) y (mamá, papá) te quiere mucho a ti… ¿sabes que es estupendo tener un papá y una mamá que te queramos tanto? ¿y sabes que es estupendo que tú nos quieras a los dos tanto?… mira lo que podemos hacer, ¿te doy un truco? Cuando estas con papá disfruta mucho… mucho de estar con papá y cuando estás con mamá disfruta mucho… mucho de estar con mamá… ahora estás conmigo, así que vamos a darnos un abrazo laaaargo laaaargo los dos… y después, cuando tú quieras, vamos a leer un cuento …”
Esta acogida emocional de su revelación de sentimientos y un abrazo –cuya duración marca el hijo- es reconfortante para el niño, pero además actúa como una bisagra de oro emocional porque ayuda a imprimir en el niño una conciencia de familia cohesionada, aunque sus padres estén separados.